ABISMO DE AMOR

A veces, mientras más alto quieras llegar, la caída puede ser muy dura
Y de repente me encontraba escalando esa gran montaña, de grandes pendientes y gruesos orificios. Me decía en mi interior: “¿Por qué lo haces Pablo?”. Mi respuesta era sencilla, arriba me esperaba ella, la tierna y dulce chica que me había cautivado con aquella gran sonrisa. Esa motivación por querer alcanzarla y tenerla a mi costado, para charlar y bromear, me decían que debía sorprenderla.
Pero que hacía yo trepando montañas, cuando mi profesión era abogado, que ocurría dentro de mí ser. “Tu puedes, sigue así”, decía  Laura desde la cima de la montaña. Ella había llegado más rápido que yo y me daba ánimos para lograrlo. Pise un escalón rocoso y pique la roca con mi martillo para sostenerme, ya casi llegaba. “Dale, ya llegas”, me dijo una voz masculina que me dejó atónito. Mire arriba y percibí una silueta al costado de Laura, no logre distinguirlo por el fuerte sol que penetraba mi vista. “Ya casi llegó”, respondí para darme ánimos. Mi mano tocó la cima y sentí que dos tiernos brazos me agarraban para incorporarme. Cuando me pare, percibí el sudor por todo mi cuerpo y sentí vergüenza de estar así con ella. Mi sorpresa fue grande cuando me dio un gran abrazo y me estampo un beso en la mejilla, mientras me decía al oído: “Eres grandioso, sabia que lo harías”. Grande fue mi sorpresa ante el repentino alago que solo atine a bromear y sacarle una sonrisa. La intención de poder verla reír era mi gran motivación. La mire a  los ojos y contemple aquel bello rostro de cabellos castaños que me sonreía. Raudamente una voz masculina habló, pero esta vez más seria. “Así que tu eres Pablo, un gusto soy Franco Enrique”, me dijo el chico. Lo mire y pensaba en quien será ese sujeto. Laura habló y me mencionó, tal vez, la peor herida que puede recibir un hombre enamorado. “Oh, olvide presentártelo, el es mi enamorado”, anunció y mis ojos comenzaron a lagrimear. La tristeza interna se apodero de mí, la gran chica bella que conocía, ya tenía enamorado y no me lo había dicho. Que gran decepción y vergüenza me estaba llevando en aquel justo momento. Atine a mirar al precipicio y voltear a mirar a esa chica que me había robado el corazón. Minutos después caía a un gran abismo…
MR. JARA
 ¿Verdad o simple cuento?

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