Está de regreso


Castañeda ha ganado. La guerra electoral terminó. Esa fría, luego tibia y, finalmente, caliente campaña no volverá hasta dentro de cuatro años. Cosas de política, Villarán ha tocado el polvo de derrota de la peor manera. La reforma del transporte, ni las manifestaciones que hacía en pos de decir que no era corrupta, no la ayudaron a ganar la confianza de los limeños. Cornejo, apelando al mayor don aprista, incrementó sus cifras a base de una buena oratoria y crítica a Castañeda, pero no alcanzó.
Ni los canticos de “Soy Salvador” hicieron eco en el pueblo. Fue Castañeda el seleccionado. Aquel hombre que arrastra el problema de Comunicore, la malversación de fondos, la revocatoria y más, se ganó la confianza del limeño. Limeño parco, limeño inteligente, limeño criticón, limeño sin decisión, limeño chabacano. Todos ellos terminaron por darle el municipio al nuevo burgomaestre.

¿Qué espera el ciudadano? ¿Qué no habrá reforma? Esos que vienen de Lurigancho y del norte, ¿piensan acaso que ahora si el pasaje se acortará y será barato? Por supuesto, crean eso. Imagínenselo. No cuesta nada soñar. 

Aquellos que vinieron a la capital por una vida mejor, los de zonas alejadas, se fían solo del arraigo popular.

El monorriel será una realidad. Lo prometió Castañeda, hay que creerle. Solo esperen unos añitos. Y no vale quejarse después. Si solo losas, escaleras y hospitales desean, les doy un abrazo y los felicito por haber votado por él. Más aún si votaron por sus aliados en los distritos. Conste, y repito, después no se quejen. Total, al final, Lima es la comidilla de miles, pero solo la ciudadela de pocos.

Mr. Jara

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