Un problema



Joselyn era pasiva. No había manera de enojarla, ni afligirla por cualquier daño. Y eso fue determinante durante varios años de vida. ¿Qué ocasiona un cambio repentino de actitud en alguien?
Samuel caminaba apaciguado al paradero. Tenía que tomar el bus a la universidad. El estudio no era lo suyo. Total, si deseaba conseguir trabajo en algún momento lo lograría con la gran cantidad de amigos que tenía. O eso pensaba él. La carrera de Administración era compleja y aburrida. Orden y matemáticas podía ser básico y sencillo, su don de ‘sabelotodo’ era muy influyente desde el colegio, sin embargo ya no importaba.

Paulo estaba preocupado por Joselyn. No importaba lo ocurrido ayer. Un día ajetreado puede sucederle a cualquiera, pero ayer fue distinto. Lo que más temía había sucedido. ¿Por qué ocurrió? “Solo sé que hice lo correcto”, pensaba. De todos modos, a Paulo le daba miedo toparse con Joselyn, sabía que la interacción iba a ser distinta.

Grecia, apodada por sus amigos como ‘la peque’, sentía nervios por saber que iba a pasar con Joselyn. Esperaba encontrarla en el camino y conversar con ella, pero no quería ser tan obvia. Sería perspicaz y, en el momento adecuado, soltaría la pregunta venenosa. “Mamá, hoy tengo que ir temprano a estudiar. Desayunaré algo en la universidad”, vocifero antes de coger su mochila y salir sin escuchar una respuesta.

Joselyn espera el bus. El temor por lo que iba acontecer hacía que quisiera dejar todo y correr a un lugar donde desaparezca del mundo. El carro no tardaría en llegar. Vio que Samuel se abría paso entre la multitud de gente en el paradero. Su novio sería la protección necesaria para superar todo. ¿Qué mejor persona para entenderla y protegerla? Algo dentro de ella le dijo que ocultará todo.

Samuel veía cerca a Joselyn. Aún recordaba la vez que el noviazgo empezó. No importaba cómo, pero sí el porqué. Sin embargo, con 24 años de vida, se preguntaba cómo proseguir a futuro. No importaba, su estilo era libre. Al menos ya lo entendía ella. “Concéntrate en acabar todo bien”, dijo en voz baja cruzando la pista al paradero donde Joselyn lo esperaba con una sonrisa.

Paulo aguardaba en el tercer asiento del lado izquierdo del salón. Era muy temprano, pero quería ser el primer en verla. Sin excusas, hoy era el día. Todos los días lo había planeado, pero nunca salía bien. La idea para hoy era no planear nada y se exprese libremente. Lo había copiado de alguien, pero no era necesario recordar de quien. No venía nadie, Paulo decidió sacar la laptop y distraerse con algo antes del momento crucial. 

Joselyn supo que llegó el momento. Una sonrisa y beso de bienvenida, para soltar la pregunta al instante. “¿Me quieres?”, preguntó. Silencio por un momento. “Que extraño”, pensó. Tenía que escuchar una afirmación, más aún después de lo ocurrido ayer con Paulo. Samuel la observaba. Soltó una palabra: “Vámonos”. “Suéltame”, refutó ella. 

Samuel conocía los caprichos de Joselyn. No era ajeno a ello. No le agradaba. Pero sentía querer por ella. Eran cinco años que la conocía. Dos de novios. Y casi un año de querer terminar la relación. La pregunta resultaba repetida, ya le cansaba. A veces lo obvio resultaba estresante, irritante, promiscuo. Paulo le había aconsejado acabar sutilmente. No sabía cómo hacerlo. La tomó de la mano ante su enojo y repitió más fuerte: “Vámonos”.

Grecia llegaba a la universidad. El trayecto le había servido de calma. Joselyn tenía que saber la verdad. Era su mejor amiga, sabía que estaba sufriendo por dentro. Lo sucedido con Paulo la había estaba carcomiendo. Había llegado el momento.

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